¿Quién da más? Un millón de doblones de oro a la una. Un millón de doblones de oro a las dos. Un millón de doblones de oro a las tres. Vendida al señor de traje blanco y sombrero negro! Tres golpes secos del mazo del subastador sobre la madera de origen africano, sellaron el compromiso. Era la última mentira que había sido subastada ese día, pero era la que este hombre había estado buscando durante los últimos años de su vida. Solo él sabía que esa era su última mentira y que tenía que hacerla suya para poder cerrar el círculo vicioso. Vivió con la verdad los primeros años. Eso Ie permitió conocer el valor real de la mentira. Cuando el hombre del traje blanco escuchó que había obtenido lo que quería, sintió el correr de una gota de sudor por su espalda, dirigiéndose presurosa hacia la parte más oscura de su cuerpo, en un vano intento por devolverle la calma perdida años atrás, cuando comenzó a vivir en la mentira. EI hombre llevaba además una corbata negra de lunares blancos pequeños y un pañuelo que Ie hacía juego a la corbata, sobresalía descuidadamente del bolsillo del paltó. Sus zapatos también eran blancos, de patente, como los que usan los que mienten. Sus pantalones ajustados se ensanchaban un poco después de la rodilla, como los usaba la gente de los sesentas. Todo comenzó cuando tenía doce años. Había decidido no entrar al Colegio e irse con sus amigos a jugar en las máquinas traganíqueles. EI sitio donde se encontraban las máquinas era en realidad un centro de distribución de drogas. Allí captaban a los estudiantes y los convertían en consumidores. Luego en distribuidores. Así se fumó sus primeros cigarrillos y consumió sus primeras drogas. La fantasía era mejor que la realidad, simplemente porque podía cambiarla; por eso se hizo adicto a las drogas y a la fantasía. Esa noche tuvo que decir su primera mentira. Estando en el lugar se produjo un allanamiento y lo llevaron detenido. Logró engañar a la policía y se hizo pasar por hermano de uno de sus compañeros. Adujo que había extraviado sus documentos de identidad. Cuando el padre de su amigo llegó, los rescató a ambos, en silencio, sin preguntas, el también consumía. Así pudo ocultarle el incidente a sus padres verdaderos, quienes nunca supieron la verdad de lo que había sucedido esa noche, ni las siguientes noches. Porque después de la primera mentira viene la segunda y así sucesivamente. Es un círculo vicioso. No hay forma de saber cuándo será la última, porque cada vez te comprometes más. Llega un momento en que la verdad y la mentira se solapan formando un tercer mundo completamente diferente, lleno de fantasía. En ese mundo cualquier cosa puede suceder. Algunos se defienden diciendo que no es tan censurable ser mentiroso y que todo depende de la gravedad de la mentira. Hay mentiras blancas, las demás son sólo y simplemente mentiras. En el mundo de la mentira las regaderas no echan agua, echan mierda. ¿Quién da más? Un millón de doblones de oro a la una. Un millón de doblones de oro a las dos. Un millón de doblones de oro a las tres. Vendida al señor de traje blanco y sombrero negro. Tres golpes secos del mazo del subastador sobre la madera de origen africano, sellaron el compromiso. Era la última mentira que había sido subastada ese día, pero era la que este hombre había estado buscando durante los últimos anos de su vida.
Saludos Hermano Cesar.... espero te llegue este comentario para entrar en contacto.... me complace mucho saber de ti y Dios Mediante se que estaras muy Bien como deber ser y como se merece la gente que trabaja como tu.
ResponderEliminarCesar un gran abrazo profesor y cuando venga por estos lares mi telefono es 0412 4402681 a ver si compartimos un almuerzo o un rato por ahi. Cuidate Cesar Saludos tu Pana Gerardo Vargas Vengaseeeeee
Oye me gusta eso!
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